Corina Yoris-Villasana
La violencia puede manifestarse de diversas maneras no siempre estudiadas. Estos variados modos suelen ser los que viabilizan la violencia física que en muchos casos pueden inducir agresiones tan fuertes que pueden acarrear la muerte. Es imprescindible ser conscientes acerca del hecho de que la violencia física siempre es precedida por otro modo de violencia como suele ser la violencia discursiva. Muchas veces, antes de un ataque físico –dentro de esta categoría hay también modalidades– se emplea una vieja táctica, muy efectiva por cierto, y es que el discurso violento va preparando el terreno para que quien es víctima de esa violencia se vaya sintiendo asediado, sin esperanza de evitar los efectos de la agresión; el agresor busca que el otro se sienta indefenso, lo coloca en un terreno de minusvalía. La violencia discursiva en el ámbito político presenta varias caras. Una de ellas la tenemos cuando los distintos sectores de una sociedad pierden el rol que les corresponde, los medios de comunicación, la administración de justicia, la academia y el Gobierno. Todos estos espacios representan un poder de promoción y desarrollo, los cuales se difuminan cuando se instrumentalizan para el usufructo de intereses grupales o particulares. La violencia en el discurso puede aparecer explícita, como también disfrazada; un discurso violento estructurado con un lenguaje ambiguo puede resultar más nocivo que un discurso que contenga explícitas amenazas.