Antonio Alonso
El 29 de junio de 2016 un ruso, un uzbeko y un kirguís perpetraron un atentado terrorista en el aeropuerto Atatürk de Estambul. Alrededor de 3.000 centroasiáticos han abandonado sus países de origen para luchar en Siria en las filas del Estado Islámico (EI). El EI les recluta en todo el territorio de la antigua Unión Soviética y les introduce en la zona de conflicto. Los gobiernos intentan poner freno a este trasvase de personas —especialmente jóvenes— aunque no siempre con mucho éxito. A pesar de que su peso dentro de la estructura del EI es muy bajo, los medios de comunicación social han mostrado gran preocupación por esta cuestión por el efecto llamada que puede causar. Así, la amenaza yihadista en esta región vuelve a estar en lo más alto de la lista de la agenda de seguridad de los países de Asia Central.
On June 29, 2016 a Russian, an Uzbek and a Kyrgyz perpetrated a terrorist attack in Istanbul Atatürk Airport. Roughly 3,000 people from Central Asian countries have left their homes and joined the ranks of the Islamic State (IS) in Syria. The IS recruits them throughout the territory of the former Soviet Union and put them into the battle ground. Those Governments try to halt that flood of people –youngsters, specially— although they are not always successful. In spite of not being very important in the IS structure, mass media have attracted the public attention to that issue because the «call effect» it can cause. Thus, the jihadist threat in this region is again at the top of the security agenda in Central Asia.