Hubert Prolongeau
Cuando en 1897 el irlandés Bram Stoker inventó con su novela Drácula el arquetipo del vampiro, príncipe de todas las tinieblas, las de la noche y las de los deseos inconfesados, corrían tiempos revueltos: atentados anarquistas, prodigios técnicos –comienzos de la aviación–, agitación obrera. El regreso actual del vampiro quizás acompaña una efervescencia comparable.