Pedro Nikken
Algunos han llamado al diciembre de 2010 el diciembre negro. Allí surgieron todo un conjunto de leyes inconsultas que atentan, de la manera más visible, contra la Constitución de la República, que asfixian aún más a la sociedad y criminalizan la disidencia y la crítica. El 2011 arrancó con un contexto político distinto, no sólo por contar ahora con una Asamblea Nacional más plural, sino porque el Gobierno se aproximó aún más a una forma de totalitarismo bien particular, pero totalitarismo al fin y al cabo, que vulnera dramáticamente el juego democrático y que pone en evidencia las contradicciones del quehacer público gubernamental con las disposiciones de la Constitución de 1999.