La Sociología del trabajo, según el autor, ha ocupado un lugar central y predominante en el renacer de la Sociología en la Europa de posguerra, a través de la incorporación de una sociología del actor social nacida de los estudios de las conductas obreras individuales y colectivas en la situación de trabajo y de las formas de resistencia a una organización capitalista del trabajo, tal y como lo reflejan las investigaciones de Roethlisberger, los investigadores del Instituto Tavistock, de Pinfer y Lutz, Pizzorno, Baglioni, Friedmann, etc. Ante una situación dominada por la globalización, la innovación tecnológica, el mercado y la competitividad, la Sociología del Trabajo se desarrolla como un instrumento de reconstrucción de una sociedad de la producción, de control social de la vida económica en la que el trabajo, más que un elemento central de una filosofía de progreso, es una forma de resistencia a las presiones del mercado y de construcción de una identidad personal y colectiva