Jack London (1876-1916) habrá sufrido durante mucho tiempo las etiquetas que se le han colocado: esta figura de autor como protagonista de su vida, permanentemente infravalorado como novelista para niños (Colmillo Blanco…) también fue alabado intensivamente como modelo de escritor comprometido. Ahora bien, conjugó todo tipo de contradicciones. Más que ser un ideólogo, estuvo, obstinadamente, al servicio de una obra que buscaba expresar las fuerzas de lo vivo.