El segundo mandato que el secretario general del Partido Comunista Chino inicia en 2017 definirá su papel como revitalizador de China o como "emperador". Desde la fundación de la República Popular en 1949, ningún líder había acumulado tanto poder.
Después de recibir los títulos de "núcleo" del Partido Comunista Chino (PCCh) y "comandante en jefe" del Ejército Popular de Liberación (EPL), Xi Jinping encara 2017 como un año decisivo, tanto a nivel interno como externo, para avanzar en su objetivo de devolver a China la "riqueza y el poder" que históricamente ha disfrutado, a excepción de los dos últimos siglos. Para ello, se apoya en tres pilares: la reordenación del PCCh, la transformación económica y la confirmación del país como actor global. Tensiones separatistas y una infinidad de incertidumbres amenazan su proyecto.
Desde la fundación de la República Popular en 1949, ningún líder había acumulado tantos títulos y tanto mando como el presidente Xi, que encabeza también las principales comisiones del partido, como la militar central, la de disciplina y la de finanzas. Sus acólitos lo justifican con afirmaciones como que nunca antes los problemas y retos del país habían sido tan grandes y que "toda dirección colectiva debe tener un núcleo", sobre todo en momentos en los que hace falta enderezar el rumbo.
Xi Jinping ha dedicado buena parte de su primer mandato como secretario general del PCCh a desbrozar el camino para el XIX Congreso del partido, que se celebrará a finales de 2017. Se renovará a la mayoría de los integrantes de sus principales órganos, incluido el Comité Permanente del Buró Político, cuyos siete miembros encarnan la dirección colegiada que propugnó el llamado "arquitecto de la reforma", Deng Xiaoping, para evitar los excesos tiránicos de Mao Zedong. Convencido de que su proyecto visionario del "renacimiento de China" exige ante todo "lealtad", Xi está promoviendo a los fieles que quiere que le acompañen en su segundo mandato - el último, según los actuales estatutos - para facilitarles el escaño en la particular elección comunista. Entre ellos se encuentran una decena de altos funcionarios que trabajaron con él cuando fue gobernador en las provincias de Fujian y Zhejiang, como el recién nombrado alcalde de Pekín, Cai Qi, que fue vicegobernador de Zhejiang.
Desde su ascenso al poder, en noviembre de 2012, Xi ha dedicado buena parte de su tiempo al primer pilar de su estrategia: la reordenación del partido, que a su vez incluye dos frentes: luchar contra la corrupción y estrechar el control. En la extensa campaña contra la corrupción han sido sancionados más de un millón de miembros de los 88 millones de militantes, incluidos 409 fugitivos detenidos en el extranjero a petición de Pekín, según el informe presentado a la reunión anual del Comité Central del partido (CCPCCh) celebrada en octubre de 2016. Con el férreo control del PCCh se pretende impulsar su unidad y reposicionamiento en la sociedad, de manera que se cumplan las ordenanzas y que, por encima de los beneficios personales o locales, se respete el interés del PCCh como único representante de la sociedad china