El abogado, como elemento tanto al servicio de la justicia como del cliente, acepta sólo la pretensión en la medida en que esta es legítima, y de esta manera con su triunfo en la corte se haría justicia. Por esta razón, es esencial que en la labor del abogado de oficio en los procesos penales no se vea vulnerada su independencia por motivos personales en relación a su cliente.