Huelva, España
La intensificación de las corrientes migratorias hacia Europa, principalmente por vía marítima, como consecuencia de los conflictos de carácter económico, social y político en África y Medio Oriente supone un importante desafío para la Unión Europea en su objetivo de control de la inmigración irregular. Especialmente, el conflicto en Siria está provocando una crisis humanitaria sin precedentes y ya ha supuesto que el número de personas refugiadas en el mundo haya alcanzado cifras récord. La trágica y constante pérdida de vidas en el mar, así como las difíciles condiciones de acogida en los países ribereños del Mediterráneo, los más afectados por la crisis, ha provocado la adopción de algunas medidas insólitas en este campo. Por un lado, la puesta en marcha de una operación militar de gestión de crisis para la lucha contra el tráfico de personas (EUNAVFOR MED Sophia), con el beneplácito de la Resolución 2240 (2015) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y que plantea importantes interrogantes en torno a la militarización de un problema esencialmente humanitario; el adecuado cumplimiento del principio de no devolución de personas en peligro de persecución o daño grave; y la ausencia de vías de acceso seguras a Europa que es la auténtica piedra de toque del sistema europeo común de asilo. La segunda medida insólita ha sido la adopción de dos Decisiones para la reubicación de personas desde Grecia e Italia al resto de Estados miembros de la Unión. Se trata de una medida que incide en la obligada solidaridad entre los socios comunitarios y que pone en evidencia que no todos los Estados miembros pueden garantizar similares cuotas de seguridad a las personas solicitantes de protección, principio estructural de la Política europea de asilo, y demuestra la falta de equidad en el reparto de la responsabilidad en materia de refugio entre Estados que comparten un espacio de convivencia que pretende ser un modelo para el mundo.
The growing tide of migrants heading to Europe fleeing economic, social and political conflicts in Africa and the Middle East represents a huge challenge for the European Union as it struggles to control illegal immigration. The civil war in Syria in particular has unleashed an unprecedented humanitarian crisis, which is largely responsible for the record number of refugees worldwide at this time. The constant tragic loss of life at sea, as well as the strain put on the front-line countries of the European Mediterranean coast that receive the refugees, have led to the adoption of exceptional measures to cope with the migrant influx. A military crisis management operation has been set up to counter people trafficking (EUNAVFOR MED Sophia), with the blessing of the United Nations Security Council Resolution 2240 (2015). This throws up some important questions: the militarization of an essentially humanitarian problem; proper compliance with the principle of non-refoulement of persons in danger of persecution or serious harm; the absence of a safe access to Europe that is the real cornerstone of the common European asylum system. The second unusual measure is the adoption of two Decisions to relocate people from Greece and Italy to the rest of the EU member states. This is based on the idea of compulsory solidarity among members, but which reveals that not all EU states can guarantee similar levels of safety for those persons who seek protection, which is a core principle of the European policy on asylum. It also highlights the unfair distribution of refugees among States, who share a space for harmonious coexistence whose aim is to be a model for the rest of the world.