Las revueltas en el Maghreb y Mashrek entre otras consecuencias han promovido la diversificación de actores en el área mediterránea, de manera que la UE ya no es el único vecino con intereses en la región. Turquía, el eterno candidato a la adhesión, ha sido designada por académicos y políticos como un modelo de Estado secular y multi-partidista donde la separación entre la religión y la política representa uno de sus pilares constitucionales. Además, el Primer Ministro Recep Tayyip Erdogan se ha erigido como un líder en la región Mediterránea debido al viraje de la política turca de asuntos exteriores. En otros términos, Turquía ya no es un país completamente aliado del mundo occidental para los árabes, sino que ha asumido su responsabilidad en la escena global. Sin embargo, dicha determinación se ha alcanzado a través de actuar como un poder blando asumiendo como propio la máxima aportación europea a las relaciones internacionales.
The revolts in the Maghreb and Mashrek have, among other diverse consequences, promoted a diversification of actors within the Mediterranean area, making the EU no longer the only neighbour which brings focus into the region. Turkey, the eternal EU accession candidate, has been designated by academics and politicians as the model of a secular and multi-party State where the division between religion and politics represents one of the constitutional pillars. Furthermore, the Prime Minister Erdogan has emerged as a leading figure for the Southern Mediterranean region due to the latest adjustments made in the Turkish foreign affairs. In other words, Turkey is no longer a Western-oriented country before its Arab neighbours, but currently has its own voice on the international scene. Nevertheless, this determination follows the soft-power methodology of the EU.