Trece años después de su invasión militar por parte de Estados Unidos y de sus aliados, Irak no consigue salir del caos y de la violencia. En tanto que una parte de su territorio sigue controlado por la Organización del Estado Islámico (OEI), el Gobierno y la clase política se muestran incapaces de unificar el país y de garantizar la seguridad de una población agotada.