Carlos Humberto Durand Alcántara
La cuestión agraria mexicana, ha adquirido caracteres dramáticos en el actual contexto neoliberal, más de seis millones de jóvenes cuya edad fluctúa entre los 16 y 26 años carecen de medios de subsistencia, sin mayor porvenir que el de migrar, para integrarse en la vorágine del trabajo jornalero, en donde las transnacionales y latifundistas les expolian, (en el mejor de los casos para quienes alcanzan ser sub contratados), bajo circunstancias inherentes a la nueva esclavitud, o inclusive situarse en los márgenes del narcotráfico, como así acontece en algunos estados sureños de la República mexicana. Los afanes gubernamentales de asirse a la idea del respeto a los derechos humanos, para estos sectores poblacionales, constituyen un discurso aleatorio a la cosificación en que se desenvuelven millares de trabajadores rurales, aspecto que no deja de ser sino simple formalismo jurídico. A este aspecto habría que incorporar la pérdida de la soberanía alimentaria del país, además de la ruptura de los modelos campesinos – indígenas, que están siendo absorbidos por el proceso de la expansión transnacional, surgiendo nuevas circunstancias aleatorias a la agricultura y ganadería, como son por ejemplo la inserción de las transnacionales en los ámbitos petroleros en las regiones campesinas del país y la explotación de otros diversos recursos naturales. Bajo esta tesitura el actual paradigma rural mexicano se encuentra ceñido a los fines de los consorcios financieros los que en realidad gobiernan el planeta.
The Mexican agrarian question has acquired dramatic characters in the current neoliberal context, more than six million young people whose age ranges between 16 and 26 years without means of subsistence, without much future than migrate to integrate into the maelstrom of day labor, where landowners and transnational plunder them, in the best case for those who reach to be sub contracted under slavery inherent in the new circumstances, or even placed in the margins of drug trafficking, such as the cases of some southern states of the Mexican Republic. The government endeavors to cling to the idea of respect for human rights, for these population sectors constitute a speech to the objectification random that thousands of rural workers, something that no longer legal formalism but simply operate. In this aspect should be incorporated the loss of food sovereignty, along with the breakdown of peasant models - Indians, who are being absorbed by the process of transnational expansion, emerging new random agriculture and livestock circumstances, such as the inclusion of transnational corporations in the oil fields in the rural regions of the country and the exploitation of other diverse natural resources. Under this situation the current mexican rural paradigm is adhered to the end of the financial consortia that actually govern the planet.