Rajaa Berrada-Fathi
De la década de 1960 a la de 1980, Marruecos vivió un período en el que el régimen autoritario del rey Hassan II practicó la tortura contra todos los opositores. Ha recibido la denominación de «años de plomo».
Durante dicho período, las mujeres fueron víctimas de atroces torturas que supusieron la pérdida de su condición de ciudadanas libres, la confiscación de su identidad femenina y su detención. Una de esas mujeres, Fatna El Bouih, ha escrito el relato de su cautiverio, el primer testimonio ofrecido por una presa política de los años de plomo. El título de dicho relato, Une femme nommée Rachid (Una mujer llamada Rachid), pone de relieve la primera violencia ejercida contra ella, la despersonalización, ya que la despojaron de su nombre y, por lo tanto, de su identidad. Más allá de ofrecer un testimonio solidario, el hecho de escribir este relato es saludable en la medida en que teje el hilo de la memoria que nos permite recordar la actividad militante de unas mujeres y hombres que, mediante la escritura, cumplieron con el deber de mantener viva la memoria histórica y emanciparse políticamente de los años de plomo, en los que se institucionalizó la violencia represiva como único diálogo con los disidentes.