La literatura universal nos muestra dolorosas experiencias de aquellos que, por no poder atender sus deudas, eran encarcelados. Charles Dickens es un buen ejemplo, dado que él mismo convivió con sus padres y hermanos en una cárcel londinense debido a las deudas de su padre. En la actualidad, los distintos sistemas legales de nuestro entorno solo regulan el castigo a los deudores insolventes en caso de conductas dolosas o culpables. Además, permiten en mayor o menor grado que al deudor insolvente le sean condonadas las deudas bajo ciertas condiciones.