En una rápida evolución desde su aparición, floreciendo en muchos países avanzados y en desarrollo, objeto de denominaciones múltiples (como tecnopolos culturales, ciudades de la imagen, medialabs, hubs, etc.), las prácticas colaborativas de creatividad cultural han ampliado notablemente sus fronteras, combinando espacios físicos con otros virtuales y relacionales que a veces se articulan entre sí.