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Durante la transición a la democracia (1990-) que siguió a la dictadura de Pinochet, ha habido numerosos intentos oficiales, semi-oficiales y no-oficiales de recordar públicamente las violaciones a los derechos humanos cometidos entre 1973 y 1990 y los traumas sufridos por muchos chilenos. Entre estas propuestas, la creación o la preservación de espacios o “luagres de la memoria” ha sido una estrategia central para ayudar a la ciudadanía a revisitar y procesar lo sucedido durante los años tumultuosos de la violencia. Este trabajo pretende comparar dos propuestas divergentes de conmemoración pública que han surgido en los últimos años en Chile: el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, que abrió sus puertas en enero de 2010 a fines del gobierno de la pdta. Michelle Bachelet, y el espacio para la memoria Londres 38, un proyecto que viene elaborándose desde 2008 a instancias de tres colectivos de ddhh. La comparación de estos espacios permite abordar diferentes conceptos de museología y plantear interrogantes centrales respecto de las formas y los contenidos que están adoptando los “lugares” y sobre las funciones que éstos deben cumplir para una nación.
