Aunque muchos libros de estilo aún ordenan que a las personas y a las entidades se les llame como se llaman, y no como convenga al periodista para cuadrar el titular, cada día nos tomamos más licencias en la prensa impresa. La última, apocopar todo nombre propio un poco largo; esto es, acortarle matrices a los nombres propios para subirle el cuerpo a los titulares.