Se acaba la facultad. Hay que poner un pie en el mercado profesional. Pero fuera llueve, arrecia. Humillaciones, horarios sin horario, salarios ínfimos, trabajos basura. Es el panorama desolador que se encuentran los recién licenciados. Jóvenes, y también sobradamente preparados. Un escenario áspero que todo el mundo conoce pero casi nunca se divulga. Y menos en un medio de comunicación. Porque son ellos quienes también participan de un juego en el que no están dispuestos a perder.