Aquella etapa de la historia económica conocida como la "Revolución Industrial", y que implicó la introducción definitiva de la maquinaria en el proceso productivo, comenzó en Manchester (Inglaterra) a mediados del siglo XVIII con la invención (1733) de la máquina para tramar tejidos conocida como "Lanzadera". Esta máquina y otras posteriores incluida la de vapor, dieron una completa renovación a la producción textil, a la industria en general, e incluso, a todas las relaciones de producción en la medida que por el alto costo de las mismas, sólo podían ser adquiridas por grandes capitalistas para ser operadas por una naciente y sobreexplotada clase obrera. Dicha revolución implicó que Inglaterra desplazara a la India como productor mundial de textiles, ya que con las máquinas, la producción inicialmente se duplicó en los años posteriores y fue 10 veces más eficiente que la producción puramente artesanal; todos estos factores llevaron a la industria a alcanzar unos rendimientos de escala nunca antes pensados que permitieron situar a los textiles y demás productos ingleses en toda Europa y América. Estos hechos, posicionaron a Inglaterra como la máxima potencia a escala mundial y a su moneda, la libia, como el patrón de intercambio de mayor aceptación.