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Francesc Reina
Cualquier producto social o cultural se sostiene por patrones intelectuales o ideológicos previos, basados también en la experiencia y, por supuesto, en prerrogativas políticas y financieras del momento. La mediación no está exente, pues, de estos presupuestos. En tal actividad concursan modelos: corrientes intelectuales, enfoques profesionales, escuelas científicas; orientaciones diversas en evolución constante donde se intercambia y se favorece para una propuesta rica y plural. Consolidados ya los modelos clásicos de las primeras épocas: transformativo-narrativo-negociados, la novedad de tal quehacer o profesión sigue teniendo día a día la apuesta por nuevas oportunidades y conocimientos. Es por lo que creemos que la acción conciliadora podrá llegar a altas cotas de competencia si su ejercicio, ya sea público o privado, resulta socialmente responsable, aceptando el valor del bien común como finalidad ética. Así pues, hablamos de un modelo comprometido con la formación del individuo y la función educativa de la sociedad, en donde diferentes roles como el de las mediaciones, asumen la participación activa en el aumento y mejora de la conciencia colectiva y las convivencias.
