Josep Ramoneda
La evolución de las democracias ha ido en la dirección de consagrar a los partidos como instrumento fundamental del encuadramiento de la ciudadanía, que hoy tiene su expresión en la defensa a ultranza del bipartidismo por parte de las élites políticas y económicas. La principal misión de los partidos es la defensa del statu quo, conforme a las hegemonías sociales e ideológicas de cada momento, de modo que la política deja de ser el instrumento para defender los intereses de los que no tienen poder para convertirse en dique de contención de cualquier propuesta o alternativa de cambio. Los partidos actúan como un instrumento de reducción del espacio político, en vez de ser un mecanismo de ampliación del mismo y de inclusión ciudadana. Recientemente, la ciudadanía ha expresado de diferentes maneras la sensación de haber sido excluida de un sistema representativo pertrechado en un bipartidismo cada vez más cerrado. Nada sería peor para la suerte de la democracia que la consolidación de la fractura entre élites y ciudadanía. La historia nos enseña que cuando esto ocurre la democracia tiene los días contados. Hay que recuperar el sentido profundo de la democracia: inclusión, alternancia y cambio social.
The development of democracies has gone in the direction of consecrating political parties as a fundamental tool for keeping citizens in line, nowadays expressed in the vehement defence of the two-party system by political and economic elites. Theparties? main mission is the defence of the status quo in accordance with the social and ideological hegemonies of the time, so politics ceases to be the tool for protecting the interests of those who do not have power and becomes a retaining wall holding fast against any alternative or proposal for change. The parties act as an instrument for reducing the political space instead of being a mechanism for expanding it and for including citizens. Recently, citizens have found various ways of expressing the feeling of having been excluded from a representative system entrenched in an increasingly closed two-party system. Nothing would be worse for the fortunes of democracy than the consolidation of the breach between elites and citizens. History teaches us that when that happens, the days of democracy are numbered. The deeper meaning of democracy needs to be recovered: inclusion, alternation and social change.