Valencia, España
Suele pensarse que transformar la sociedad para llegar a una situación mejor es tarea del Estado y de quienes están implicados en la actividad política, de forma directa o indirecta. Y, ciertamente, la misión del Estado consiste en tratar de alcanzar el bien común a través de instituciones y de prácticas justas. Como bien señala John Rawls en "Teoría de la Justicia": «La justicia es la primera virtud de las instituciones sociales, como la verdad lo es de los sistemas de pensamiento». De la misma manera que los sistemas de pensamiento tienden a la verdad, las instituciones se legitiman por su pretensión de justicia. Pero no es menos cierto que el sector político no puede llevar adelante su tarea si no es contando con el trabajo de la sociedad civil, que es la encargada de mantener, reproducir y transmitir la vida biológica y cultural, de crear riqueza tangible e intangible, de generar fuentes de sentido y de cohesión social. En aquellos lugares en que la sociedad civil es prácticamente inexistente, donde falta ese entramado de vínculos que forma las redes de capital social, la libertad se esfuma, y se diluye también la solidaridad, porque una solidaridad impuesta deja de serlo...