El cristianismo se enfrenta a una fuerte competencia: de aquí a 2050, según proyecciones demográficas, al porcentaje de cristianos, estabilizado en un 31% de la población mundial, se acercaría el de los musulmanes (casi un 30%), cuyo número de fieles crecerá dos veces más rápido que la población mundial en cuarenta años, sobre todo en Asia.