La rápida generalización del automóvil tras la caída del Muro de Berlín ha acabado con la red de carreteras de la capital rusa. Hoy en día, Moscú figura entre las ciudades con más atascos del mundo, por delante de Estambul o de Río de Janeiro. En ella, cada vehículo dispone de cuatro veces menos asfalto que en las grandes ciudades occidentales. Lejos queda la época en la que Nikita Kruschev prometía a sus conciudadanos que en la Unión Soviética "se haría un uso más racional de los automóviles que el que se hacía en Estados Unidos"...