Gianluca Solera
Las revueltas árabes y los movimientos de protesta revolucionarios contra la crisis y la austeridad han puesto en tela de juicio «el sistema» en todo el Mediterráneo y han convertido esta parte del mundo en un impulso de cambio, donde se está poniendo a prueba y cuestionado una nueva idea de civilización. Estos movimientos sociales comparten numerosas semejanzas que representan una oportunidad para la acción política común. Experiencias como «Ocupemos la Zona de Protección» en Nicosia, la Unión de Graduados en Paro en Túnez, el Teatro Valle Ocupado en Roma o «Empieza por Ti Mismo» en Egipto son ejemplos de proyectos acertados creados en el seno de la sociedad civil. Todos ellos apelan a una reinvención de la relación entre el Estado y el ciudadano, dado que hoy el ciudadano debe asumir nuevas responsabilidades que el estado moderno ya no puede o no quiere gestionar. Europa debe explotar el potencial derivado de sus raíces comunes y aspirar a un proyecto de ciudadanía transnacional, uniendo a grupos de ciudadanos más allá de las divisiones ideológicas o de identidad