Este artículo quiere compartir ideas con el objetivo de ir recomponiendo criterios que nos permitan salir del impasse al que la deriva del urbanismo nos ha dirigido en las últimas décadas. La idea de ciudad, como espacio común de nuestra vida cotidiana y factor clave de la calidad del día a día, se ha visto secuestrada por la condición urbana de ser base de operaciones económicas y negocios inmobiliarias. El “urbanismo de los negocios” se ha puesto muy por delante del urbanismo de las personas. La lógica del mercado se ha impuesto también en la definición de nuestras ciudades.