Angus Lyall
La adopción de estándares de comercio justo se concibe como una forma de garantizar una producción–en países menos desarrollados– en condiciones sociales y ambientales justas, a la vez que se permite a los productores entrar en mercados diferenciados –por lo general en los países del Norte. Sin embargo, para comprender la real naturaleza de las medidas que estos certicados de producción promueven, es necesario profundizar en las relaciones de poder de los actores envueltos. Para el caso del Ecuador, las empresas orícolas certicadas con el sello Fairtrade International (FLO) desarrollan sus prácticas en entornos a menudo de corte paternalista que, lejos de empoderar a la mano de obra, re-posicionan las jerarquías del mundo laboral y contribuyen a interiorizar en los trabajadores las exigencias de losmercados.
Fairtrade International (FLO) applies requirements or “standards” for certification in agroindustries in order to channel resources to workers, improve their conditions, and “empower” them, even requiring freedom of association. Researchers have signaled a “dilution” (Jaffee, 2012) of standards in recent years. I take into account the case of the Ecuadorian cut-flower industry to show that FLO’s impacts on power relations ought to be analyzed not in terms of the standards, but rather in terms of the local negotiation of standards within territorial power relations. For this case, I point out that before FLO’s criticisms of conventional market mechanisms, standards generate better conditions, but also facilitate the re-consolidation of labor control.