Abandonados por el Gobieno francés, miles de tropas auxiliares fueron asesinadas en los meses que siguieron a la independencia. Sin embargo, la mayoría de los harkis continuaron viviendo en Argelia con sus familias. Desde hace cincuenta años, estos testigos de una historia colonial más complicada que la aceptada por los esquemas de las dos orillas del Mediterráneo, son víctimas de una relegación social cuasi institucionalizada.