A cada estación su golpe. Tras la anexión de Crimea en primavera, la escalada de sanciones en verano y la caída brutal del precio de los hidrocarburos en otoño, la economía rusa sufre, desde noviembre pasado, el hundimiento del rublo. La crisis cambiaria, que abre las cicatrices de los años 1990, dejará sus huellas, pues saca a la luz debilidades estructurales durante largo tiempo subestimadas por el poder.