El voluntariado es una forma de participación ciudadana en la que la solidaridad y el compromiso son los valores predominantes. La actividad del voluntario tiene una vertiente comunitaria y colectiva, que va más allá del acto individual, y una dimensión política, que le otorga una importante capacidad transformadora de la sociedad. Inicialmente, el voluntariado se desarrollaba principalmente en el área de la asistencia social con personas poco cualificadas, desde los años ochenta éste se ha ido profesionalizando y especializando. También se ha extendido un voluntariado más institucional, menos autónomo, fomentado y promovido por las Administraciones públicas, que deciden cuáles son las actividades que se financian. Desde las distintas Administraciones interesadas �estatales y supra-estatales- se ha vinculado el voluntariado más profesionalizado a nuevas motivaciones, como la adquisición de experiencia profesional, de práctica, de formación no reglada, etc., que van más allá de la solidaridad y el compromiso con la sociedad. La pérdida, en muchas ocasiones, por parte del trabajador voluntario de la motivación altruista y solidaria que debe presidir este tipo de relaciones de trabajo, el incremento de su profesionalización, su confusión en algunas entidades u organizaciones con el trabajo asalariado, su asimilación en determinadas circunstancias al becario, o su proximidad con otras figuras como el �colaborador social�, contribuye a aumentar las sospechas respecto del uso �perverso� que se está haciendo del voluntariado en algunos casos