Andoni Alonso Puelles , Silvia Ferreira
De la cultura, campo de individuación psí quica y colectiva, depende el diseño de la memoria y el olvido de las comunidades. Ella marca la experiencia simbólica de la vida cotidiana, las relaciones sociales y las instituciones situadas en tre el empoderamiento individual y los movimientos de masas. Si es diseñada desde las corporaci ones o dominada por abst racciones hegemónicas de sociabilidad como es el mercado, o sometida a las dudas entre los modelos pr ivados o estatales, se escapa un campo a veces tan invisible como urgente:
el procomún. En este contexto global tecno- económico, donde el conocimiento cien tífico, la información y el entretenimiento son las mercancías elementales del diseño post-industrial, la protecci ón de antiguos y nuevos bienescomunes exige una demanda teórica y creación práctica de otros paradi gmas políticos basados en los valores de la libertad, del acceso abierto y de la compartición social de las facultades creativas. El sistema capitalista ya no ofrece soluciones válidas para una gran parte de la humanidad. La ciudad post- industrial del siglo XXI constituye simultáneamente un depósito de gente desempleada y la promesa de otras economías morales posibles. Esta ilusión pot encial exige otra representación de la tecnología que integre la posibilidad de expresiones culturales autónomas, condiciones de la variabilidad y de la democratización simbólica
Communities rely on culture to design memories and forgetfulness because culture is the field for collective and individual identity. Culture im prints the symbolic expe rience of everyday life;
also shapes relationships among social institutions, masses and individual empowerment. If corporations, the privates or the State, in a he sitant attitude caused by social abstractions, shape culture, there is a tertium quid sometimes invisible such as the commons .
In a context where global economy and technology transform scientific knowle dge, information, and entertainment into post- industrial commodities, defending the new commons im plies the search for a care and, at the same time, the creation of new political paradigms ba sed on freedom, free access and openness. Capitalism does not offer valid alternatives for a big deal of humanity. The 21st post-industrial city becomes a depot for unemployed people reflect ing another possible moral economies. In that reflection there should be another perception of technology together with a cultural homegrown and autonomous expression as required for variability and symbolic democratization.