Hasta el estallido de la denominada �primavera árabe� en los primeros meses de 2011, la Unión europea había mantenido una política exterior condescendiente ante las vulneraciones graves y masivas de los derechos humanos responsabilidad del régimen sirio dirigido por el clan de los Al-Assad. Como respuesta al conflicto armado sirio y la comisión de crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra atribuibles al Gobierno sirio, la UE ha aplicado toda una batería de medidas restrictivas, y ha destinado un volumen notable, aunque insuficiente, de ayuda humanitaria para atender las necesidades básicas de los refugiados y desplazados internos. La actuación llevada a cabo ante la crisis siria, ha evidenciado tanto las limitaciones como las incoherencias que presenta la acción exterior de la UE, en el contexto del fracaso de la política euromediterránea desarrollada por las instituciones de la UE durante los últimos 20 años. Como mejor receta para corregir estas limitaciones e incoherencias, cabe propugnar que la acción exterior de la UE se base en el estricto cumplimiento del ordenamiento internacional, y más en particular en la defensa de la aplicación de sus principios estructurales.