El control de las antiguas repúblicas soviéticas de Asia, percibido como un objetivo estratégico fundamental, ha mantenido la rivalidad entre las grandes potencias. Sin embargo, la irrupción estadounidense sólo ha sido pasajera, y la expansión económica china apenas afecta a los intereses rusos. Para los cinco países de la región, replegados sobre sí mismos, el mayor riesgo sería no suscitar más interés.