El Ciberespacio y las relaciones jurídicas internacionales que en él se crean suponen un importante desafío para el Derecho Internacional Privado que sigue operando con criterios tradicionales de difícil encaje en un espacio, por definición, absolutamente deslocalizado. La residencia digital creada recientemente por el gobierno estonio, podría ser considerada como un factor de vinculación apto para superar las dificultades de aplicación de aquellos criterios tradicionales (de corte territorial), a las relaciones privadas internacionales que se desarrollan en el Ciberespacio.