Que la falta de sueño y descanso es un problema de nuevo cuño en las sociedades occidentales puede no suponer una gran revelación. Pero que a la vez esté asociado al desajuste del sistema circadiano y del reloj molecular quizá sí suene más novedoso. Ello «se asocia ahora muy claramente con algunos cánceres, envejecimiento acelerado, alteración de niveles hormonales, obesidad, diabetes, alteraciones cognitivas de la memoria, alteraciones afectivas tipo depresión, insomnio y alteraciones del sistema inmunológico».