Francisco Pérez Muinelo
La preparación del "día D" consagró a Eisenhower como el general de la paz. Una carrera militar llena de triunfos y una popularidad altísima en Estados Unidos y en Europa le llevaron a la Casa Blanca, donde dio la batalla contra la segregación racial y abrió la carrera espacial.
Ha transcurrido casi medio siglo de la muerte de Dwight D. Eisenhower y su figura se ha ido difuminando. En Estados Unidos se le recuerda como el general que llevó a las tropas aliadas a la victoria sobre la Alemania nazi y que luego, como presidente, proporcionó al país ocho años de paz y prosperidad. Con su amplia sonrisa, tacto e inteligencia, estableció un buen contacto personal con los principales dirigentes mundiales. Tras sus triunfos militares, no hizo declaraciones grandilocuentes ni adoptó posturas de caudillo triunfador. Se le consideraba un líder honesto y competente, que devolvía confianza y seguridad a la ciudadanía. Cariñosamente se le comenzó a llamar por su nombre, Ike, y el I like Ike se convirtió en un eslogan popular.
Nació en Denison, Tejas, el 14 de octubre de 1890, pero su juventud transcurrió en Abilene, Kansas, donde su padre trabajaba en los ferrocarriles. En su familia no existía tradición militar. Le atrajo la idea de ingresar en West Point porque le permitiría el acceso a una educación superior que no podía costear. Superó los difíciles exámenes de ingreso, al igual que los cuatro años de carrera. De su promoción inicial de 264 cadetes, únicamente 164 llegaron a graduarse. Ike lo hizo en el puesto 61�