El término «whistleblower» ha adquirido nuevas dimensiones gracias a la potencia digital de nuestra sociedad conectada y a la enorme cantidad de datos y registros disponibles� y accesibles. También a su vulnerabilidad. El papel del periodismo como instrumento de activismo, en apoyo a la tarea de los «soplones», es relevante. El enorme poder de vigilancia y contravigilancia que los ciudadanos, las empresas y los gobiernos pueden ejercer, los unos sobre los otros, en un nuevo equilibrio de poderes y contrapoderes, donde los medios (los tradicionales y las nuevas formas de periodismo) tiene un papel determinante. Las tradicionales fuentes son, ahora, redes cómplices ciudadanas, activistas de denuncias y grupos de profesionales comprometidos, con fuertes apoyos de filantropía o crodwfundingsocial y de base. La sociedad de la delación tiene retos y riesgos, pero, para los ciudadanos: «¡Ha llegado la hora de la vigilancia!».