Luis González Vaqué
Debido a la encefalopatía espongiforme bovina, se acrecentó el interés por una adecuada trazabilidad y se implantó la obligatoriedad de indicar el origen de determinados tipos de carnes. No cabe duda de que se trataba de una medida justifi cada. Han pasado muchos años desde que la citada crisis minara la confi anza de los consumidores europeos en la efi cacia de los controles alimentarios, pero ahora, en plena crisis económica, algunos Estados miembros han caído en la tentación de sacar del armario su consubstancial inclinación a potenciar, de forma más o menos encubierta, un (¿neo?) proteccionismo que, para ser realmente efi caz y provechoso para los productores nacionales, precisa que se imponga cuanto antes la obligatoriedad de indicar el origen en las etiquetas de los productos alimentarios. En este contexto, la Comisión sorprendió a propios y extraños al adoptar la Decisión de Ejecución 2013/444/ UE, de 28 de agosto de 2013, relativa al proyecto de Decreto italiano sobre los métodos para indicar el origen de la leche esterilizada de larga duración, la leche UHT, la leche pasteurizada microfi ltrada y la leche pasteurizada a altas temperaturas