En este artículo partimos del supuesto de Raymond Aron de que la política externa es el resultado de la articulación de las gramáticas de la estrategia y la diplomacia. Nuestra hipótesis es que los intereses corporativos de las burocracias militar y diplomática pueden desviar u oponerse al ejercicio político del ejecutivo nacional en la proyección estratégica del país. Creemos que esta hipótesis puede contribuir para explicar la falta de empeño institucional para consolidar las iniciativas presidenciales brasileñas en el área de la política externa. Para probar esta hipótesis, analizamos la elaboración corporativa de la Estrategia Nacional de Defensa, que obedece a los intereses militares, y la creación del Consejo de Defensa Suramericano, donde la participación brasileña en las Comisiones de Trabajo, que debería ser ocupada por los representantes del Ministerio de Defensa, es prácticamente nula.