En Argentina, las políticas públicas ejecutadas desde la aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) tienen un peso no sólo simbólico, sino también estructurante.
La presencia fuerte de ciertos polos productivos y su concentración geográfica, la ponderación histórica de ciertas ventanas de exhibición por parte del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, la preponderancia de ciertos géneros y la limitación en términos materiales de otros, son parte del panorama del sistema productivo de los últimos diez años.
Las reformas planteadas en la LSCA prometen cambios estructurales que pueden beneficiar de forma permanente a los productores pequeños y medianos, que históricamente asumieron los riesgos de la experimentación y la producción, que han sobrevivido a las crisis, y que han insistido, muchas veces, en realizar audiovisuales de calidad pese a no contar con los medios necesarios o con apoyo estatal, mientras otro tipo de producciones, más de nicho o de experimentación artística, lograron insertarse en el circuito de subvenciones para la exhibición en las grandes pantallas por razones como su localización geográfica.
No hay ley que, en los primeros años de su implementación, logre cambios fundamentales. Para observarlos es necesario dar lugar al proceso de reestructuración que implica, no sólo en términos de producción sino también de consumo. Sin embargo, desde la ejecución de medidas puntuales derivadas de la LSCA, la producción audiovisual se orienta a un fortalecimiento de estructuras que hasta ahora se reconstruían permanentemente.
Asimismo, el riesgo asumido por el Estado en lo que toca a inversiones públicas en la industria audiovisual, no tiene paralelo en la historia previa. Aún si el proyecto no abarcara todas las posibilidades, la inversión en producciones de calidad escogidas por el sistema de concursos y licitaciones permitirá cambiar la calidad de los consumos culturales en todo el país.
En el presente análisis se tocarán estos puntos, para luego enfocar en un análisis de las cuentas pendientes de la LSCA y el horizonte de cambios posibles para el mapa de la producción audiovisual argentina.