Las elecciones europeas del pasado mes de mayo han sido testigo del crecimiento de partidos hostiles a las políticas que se llevan a cabo en el seno de la Unión Europea. Aparte de esa oposición, dichas formaciones políticas no tienen nada en común: mientras que unas actualizan la ideología nacionalista y conservadora de la extrema derecha, las otras reivindican la izquierda radical. Pero parece que esta distinción se pasa por alto. ¿Cómo se ha podido imponer tal confusión?