El planeta no es infinito: de acuerdo al vigente modelo de riqueza puramente extractiva, los recursos se agotan y el propio planeta se agota. La sostenibilidad se presenta como un parche intermedio, para salvar el modelo económico (insostenible) y para salvar el planeta, al mismo tiempo –capitalismo verde–. Inútil, según todas las previsiones. Lo mismo ocurre en el terreno de la política: concebido el ciudadano como mero instrumento comercial, sometido a todo tipo de tropelías en beneficio de un sacrosanto modelo político-económico elevado al rango de dogma, la democracia no puede sino rendirse a los pies de los grandes flujos de poder que se establecen al margen de los gobiernos, del interés común. En este mismo sentido, la Democracia, como tal sistema de organización del bien común, deja de ser un refugio para convertirse en un desierto. La materialización del riesgo, esto es, la turbulencia, se convierte en el fenómeno atmosférico –climático y político– característico de las sociedades contemporáneos. La certidumbre ha muerto, y con ella, la vida en común y la democracia.
The planet is not infinite: according to a purely extractive model for social progress and economic growth, resources are almost over and the planet itself is nearly exhausted. Sustainability is presented as an intermediate remedy, in order to sustain the (unsustainable) economic model and to save the planet, at the same time – green capitalism. Useless, according to most predictions. The same thing happens in a political terrain: transformed the citizen into a mere commercial instrument, subjected to all kind of (social) outrages, in the interest of a sacrosanct political and economical model raised to the category of dogma, Democracy can not but surrender to the flows of those powers established on the fringes of governments, of the common interest. In this sense, Democracy, as a system for the organisation of the public life (community), ceases to be a shelter in order to become a desert. Materialization of risk, that is an actual turbulence, becomes an atmospheric phenomenon –climatic and political– characteristic of contemporary societies. Certainty is dead, and with it, community and democracy.