Antonio Martín Artiles, Guglielmo Meardi
Las actitudes de los ciudadanos europeos hacia la inmigración son restrictivas. Las actitudes restrictivas están relacionadas con la tasa de desempleo y el riesgo de pobreza, así como con la competencia por los recursos de empleo y bienestar. Las políticas nacionales de protección social contribuyen a reducir la hostilidad hacia la inmigración porque reduce el riesgo de pobreza y las desigualdades sociales. Sin embargo, la heterogeneidad étnica y racial dificulta el �compromiso igualitario� imprescindible para la sostenibilidad del Estado del Bienestar. Los sindicatos fuertes y las políticas de protección social contribuyen a la integración de la inmigración (Suecia y Noruega). Por el contrario, los sindicatos débiles, las desigualdades sociales, el desempleo, el riesgo de pobreza y la débil protección social contribuyen al desarrollo de actitudes negativas hacia la inmigración (Grecia, Hungría). La futura sostenibilidad del bienestar dependerá de la participación de la inmigración como fuerza política