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Frédéric Lordon
Los libros de historia, en el capítulo de ocasiones fallidas, retendrán quizás este hecho relevante: la construcción europea, iniciada en 1951 y lanzada a velocidad de crucero a principios de los años 1980, ha sufrido fisuras por el choque de la �gran crisis�. La lógica de la competencia entre aparatos productivos, regímenes fiscales y derechos sociales ha destruido las promesas de solidaridad. Una potente burocracia reduce el Parlamento a un simulacro democrático y lo aleja de cualquier iniciativa susceptible de impedir su huida hacia adelante neoliberal. La violencia del paro masivo invita, sin embargo, a retomar el proyecto europeo allá donde hubiera debido comenzar: con la constitución de un pueblo, unido por afectos comunes.
