La crisis ucraniana, con la anexión de Crimea a territorio ruso, confirmada el 18 de marzo por Vladímir Putin, y las sanciones decretadas por el enfrentamiento con el Kremlin, está tomando las dimensiones de un seísmo geopolítico. Comprender este conflicto implica integrar los puntos de vista existentes de todos los actores. Sin embargo, las proclamas morales en las cancillerías occidentales suplantan, en la mayor parte de los casos, al análisis.