El siguiente trabajo pretende dar a conocer de manera condensada, mi visión respecto del espacio y posición que ocupa el Trabajo Social en un ámbito provincial del Sistema Penitenciario Argentino.
Digo de manera sintética, porque realmente es mucho lo que cotidianamente incumbe a nuestra profesión en este controvertido campo, pero poco lo que se conoce.
¿Por qué ese desconocimiento? En este punto, tengo cierta certeza que en gran parte se debe - esta apreciación es objetivable- al escaso material sistematizado respecto del Trabajo Social Penitenciario; pero en otra - y creo que esta valoración encarna un menor porcentaje - que así como la Cárcel como institución, como sistema y todo lo que ella implica, representa el �malestar de la sociedad� (aunque la reproduce de manera cruel y cruda) así también existe un �no querer saber� y hasta un rechazo hacia aquellos que trabajamos en este campo, por parte de funcionarios, gobernantes y hasta de otras colegas.
Obviamente, y en esto no quiero ser tan contundente, al parecer respondería a un interjuego basado por un lado en la cerrazón que ejercemos quienes operamos allí:
como si los muros nos absorbieran y nos impidieran �abrirnos a la calle�, abrir las puertas a la sociedad buscando comprometer recursos y referentes institucionales a manera de red de contención, ya que en definitiva todas las organizaciones y operadores sociales abordamos la misma realidad y problemática social; por otro, también se vivencia una suerte de �negación� desde la comunidad hacia lo que sucede intramuros.
Esta puesta en público se sustenta en la experiencia vivida como Trabajadora Social del Servicio Penitenciario desde hace más de 20 años.