Partiendo del modelo de la sociedad del riesgo y tomándose en serio la apuesta constructivista, el artículo analiza los intentos de los afectados por los proyectos de regulación del río Ésera que se han sucedido desde 1976 hasta la fecha para hacer valer su propia percepción del riesgo. El análisis se realiza observando la estrategia argumental puesta en marcha y las coherencias ideológicas ensayadas. Se concluye que los afectados intentan hacer valer una diferencia cultural que no cabe en la oficialidad instituida y que sólo puede y conviene ser señalada, no traducida, pues sólo así la Administración en el plano político y la investigación social en el científico podrán tratarla sin eufemizarla.