La inmigración femenina hacia España y Portugal responde a un proceso de progresiva etnización de los servicios reproductivos más desvalorados socialmente. En España se han generado corrientes migratorias feminizadas de carácter económico, que no responden al rol tradicional de la inmigrante familiarmente reagrupada, debido a la existencia de una demanda de empleadas de hogar extranjeras, principalmente en Madrid, y fundamentalmente orientada al servicio doméstico interno. En Portugal la llegada de africanas, por lo general, atraídas en un inicio por sus esposos, ha generado, de la misma manera, una segmentación del mercado de la reproducción social. En Lisboa las extranjeras trabajan en el servicio doméstico externo o en empresas de limpieza, cohabitando en estos sectores con el empleo autóctono, pero realizando las labores más despreciadas o sometidas a mayores relaciones de dominación. La segmentación étnica del trabajo reproductivo se produce de diferente manera en Madrid y en Lisboa, pero responde a un mismo principio: la externalización de las tareas más desvaloradas socialmente, antaño realizadas en el hogar, y la creación de un "ejército de servidoras" para su realización.