En Irák, la violencia se amplifica a diario. Jamás había alcanzado un nivel así desde el fin de la guerra de milicias, entre 2006 y 2008, y la retirada de Estados Unidos a finales de 2011. La crisis siria alimenta los antagonismos en el país vecino; en Bagdad, el primer ministro Nuri al Maliki persigue una política confesional. Y la extensión del campo de batalla desestabiliza toda la región.