Gérard Mordillat
A mediados de los años 1990, Ernest Pignon-Ernest descubrió la cárcel de Saint-Paul, en Lyon, donde conoció a presos. En 2012, lo llamaron para que interviniera allí, antes de que las obras la transformaran en una universidad católica. Su voluntad: "Dar una cara nueva y honrar a quienes los verdugos franceses o los nazis encarcelaron, torturaron o ejecutaron entre sus muros. También recordar a todos los 'presos comunes' que sufrieron allí, algunos hasta suicidarse".